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Porque no está muerto lo que yace eternamente...
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El Necronomicon es, en esencia, un libro de magia. Hechizos, salmos, invocaciones y otras blasfemias llenan las páginas de
este oscuro libro. Todo aquel que lea sus páginas detenidamente está condenado a la locura. Los horrores que se
relatan en este libro están más allá de la comprensión humana, ya que las revelaciones que el lector encuentra en este tomo
impío son sobrecogedoras y antinaturales. En sus páginas podemos encontrar la historia de los Primigenios, unos
entes de fuera de nuestro espacio y nuestro tiempo que llegaron a la Tierra en un pasado muy lejano, crearon la vida y poblaron
el planeta con horribles seres sobrenaturales venidos de lejanos planetas. Varios de estos Primigenios lucharon contra los
Dioses Ancestrales. Durante estas guerras, ciudades se destruyeron y reinos cayeron, y la mayoría de Primigenios fueron expulsados
o entraron en letargo, sólo para despertar en el futuro y volver a dominar a sus sirvientes. Esta historia es conocida como
Los Mitos de Cthulhu (5). Algunos Dioses Ancestrales, o Arquetípicos, son Azathoth (el sultán demoníaco), Bast (la
diosa gata), Hipnos (dios del sueño), Nodens (señor del gran abismo), Nyarlathotep (el caos reptante), Shub-Niggurath (señor
de los bosques), Tulzscha (dios de la muerte y la corrupción), Ubbo-Sathla (el origen no creado) y Yog-Sothoth (dios del tiempo
y del espacio). Entre los Primigenios, llamados también Antiguos, podemos encontrar a Bokrug (el gran lagarto de
agua), Cthugha (la nube de fuego viviente), Cthulhu (el pulpo antropoide señor de R'ley), Ghatanothoa (el señor del volcán),
Hastur (el innombrable), Ithaqua (el que camina en el viento), Rhan-Tegoth (el terror anfibio), Tsathoggua (el durmiente de
N'Kai), Yig (el padre de las serpientes) y Zhar (la obscenidad gemela). En la actualidad, muchos de los sirvientes
de los Primigenios se ocultan en la tierra esperando la nueva llegada de sus amos, conspirando contra la humanidad y concibiendo
terrores que enloquecerían al más cuerdo. Algunos de estos sirvientes son humanos, mas una gran parte son seres extraterrestres
o abominables criaturas engendradas por los Primigenios.
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Howard Phillips Lovecraft mencionó por vez primera al Necronomicon en el año 1922. La posibilidad de la existencia de lo que
se presentaba como auténtica guía al feudo de los muertos suscitó de inmediato un inmenso interés en todo el mundo. Los libreros
se vieron asediados por montones de pedidos, mientras que los anticuarios se lanzaron a la búsqueda febril de la misteriosa
obra. A partir de entonces se generó una viva controversia entre los partidarios de S.T. Joshi, de la Miskatonic University,
en cuya opinión el Necronomicon no existió jamás. atribuyendo la obra a Lovecraft mismo, y aquellos estudiosos de los conocimientos
ocultos que estaban convencidos de la autenticidad del libro de los nombres muertos. En un texto publicado en 1938 por
Wilson H. Shepherd en The Rebel Press, Oakman (Alabama), H.P. Lovecraft resume la historia del Necronomicon. Puntualiza allí
que el titulo original era Al Azif, siendo Azif el término utilizado por los árabes para designar el rumor nocturno producido
por los insectos y que se suponía era el murmullo de los demonios. La obra fue compuesta por Abdul al-Hazred, un poeta loco
de Sana, en el Yemen, que habría vivido en la época de los Omeyas, hacia al año 700 Este poeta visitó las ruinas de Babilonia
y los subterráneos secretos de Menfis, y pasó diez años en la soledad del gran desierto que cubre el sur de Arabia, el Rub
al Khali o «espacio vacío» de los antiguos y el Dahna o «desierto escarlata» de los árabes modernos. Se dice que este desierto
está habitado por espíritus que protegen el mal y por monstruos de muerte. Las personas que dicen haber penetrado en él cuentan
que se producen allí cosas extrañas y sobrenaturales. Durante los últimos años de su vida, al-Hazred vivió en Damasco, en
donde escribió el Necronomicon, y en donde circularon rumores terribles y contradictorios concernientes a su muerte o a su
desaparición, en el año 738. Su biógrafo del siglo XII, Ibn-Khallikan, cuenta que fue asido en pleno día por un monstruo invisible
y devorado de forma horrible ante un gran número de testigos aterrados por el miedo. Se cuentan también muchas cosas de su
locura. Pretendía haber visto a la famosa Irem, la ciudad de los pilares, y haber hallado bajo las ruinas de cierta ciudad
situada en el desierto los anales y los secretos de una raza más antigua que la humanidad. Fue un musulmán poco devoto, adorando
entidades desconocidas que llamaba Yog-Sothoth y Cthulhu. En el año 950, el Azif, que había circulado secretamente entre los
filósofos contemporáneos, fue traducido al griego por Theodorus Philetas, bajo el título de Necronomicon. Durante un siglo
se sucedieron a raíz de este libro una serie de terribles experiencias, por lo que el libro fue prohibido y quemado por el
patriarca Miguel. Después ya no se volvió a hablar más que esporádicamente del Necronomicon hasta que en 1228 Olaus Wormius
hiciera una traducción latina del mismo, que fue impresa en dos ocasiones, una en el siglo XV, en letras negras, y la otra
en el siglo XVII. Ambas ediciones están desprovistas de cualquier mención particular y únicamente puede especularse con la
fecha y el lugar de su impresión a partir de su tipografía. La obra, tanto en su versión griega como en la latina, fue prohibida
por el papa Gregorio IX en 1232, poco después de ser traducida al latín. La edición árabe original se perdió en la época de
Wormius. Hay una vaga alusión a cierta copia secreta localizada en San Francisco a principios de siglo, pero que habría desaparecido
con ocasión del gran incendio de 1906. No queda ningún vestigio tampoco de la versión griega, impresa en Italia entre 1500
y 1550, tras el incendio de la biblioteca de un habitante de Salem en 1692. Habría igualmente una traducción preparada por
el Dr. Dee, que jamás fue impresa y cuyos fragmentos procederían del manuscrito original. De los textos latinos que aún quedan,
uno del siglo XV estaría encerrado en el British Museum y el otro del siglo XVII en la Bibliothèque Nationale de París.
Un ejemplar del siglo XVII se halla en la biblioteca Widener en Harvard y otro en la biblioteca de la universidad Miskatonic
en Arkham, en Massachusetts. Existe otro igualmente en la biblioteca de la universidad de Buenos Aires. Existen probablemente
numerosos ejemplares secretos más, y un rumor insistente asegura que un ejemplar del siglo XV forma parte de la colección
de un célebre multimillonario americano. Otro rumor menos consistente asegura que un ejemplar del siglo XVI en versión griega
está en poder de la familia Pickman de Salem. Pero este ejemplar habría desaparecido con el artista R.U. Pickman, en 1926.

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