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Antología de Poesía Gótica Infernal

Llantos de Sangre Merodea el asesino de los sueños humanos, el inicuo destello del abismo, sueño con perderme entre tus tumbas y los años se hacen sangre en el oscuro exilio. Puedo navegar por los infiernos de la miseria y fulgurar entre los restos muertos, la magia y la hechicería más siniestra, partieron en odio el egoísmo. Centrados tras la huestes del mal, riendo y jadeando de violencia, su naturaleza los hizo despiadados y aun a la madre sus rencores profesan. Ay del cielo y de la Tierra!! Por que vendrán tiempos peores, los hijos de la tecnología del mal crecen y sus corazones del smog alimentan. Centrados tras la huestes del impuro desvío, llorando en sangre el miedo de los inocentes. Destruirán de la columna el sol y el refugio, para caer en el azufre que corrompe los destinos pueriles.




DEMONIOS DE HIERRO

Hubo en tierra paz una vez. Hace tiempo cuando no había orden, el mundo de los espíritus impuros se abrió En nuestra superficie, no se quedó ninguno dentro de la maldita dimensión. Llegaron las eras y el hombre, las posesiones que se dieron, Crearon hecatombe, formaron jerarquías horrendas, Vástagos infernales y destructores. Trajeron tecnología y muerte, y usaban a los hombres inocentes, para usurpar la lid divina. Ellos consagraron a tres hijos de la oscuridad, para que cada mil años, Naciese en el mundo mortandad, para que ellos gobernarán la fé. El mal que ahora ven tus ojos no será nada comparado con el que vendrá, No habrá alma sin llanto, ni cuerpo sin castigo, porque han de adorar prácticas abominables, y espíritus malignos de esencia. El primer y el segundo han pasado bajo el cielo de Jacob, pero el tercero lo hará temblar con sangre y horror. Hierro invade las mentes, un metal inmundo que oculta el sol y los templos, Un signo de masacre y muerta devoción, se ha hecho diadema sobre la bestia. Crece la subversión y el odio, ciegos serán sordos e insensibles, Y me he de llenar de heridas y espinas, profundas y espantosas Golpes de muerte. ¡Oh tierra, oh cielo, que no nos vean tus ojos en la ascensión de este trono de oquedad!! ¡Que no paguen tus hijos las lujurias de la iniquidad!! Velos de tiniebla y ateísmos, crónicas mortuorias se pudren, se exaltan, Se difunden horriblemente, como un sacrificio, como un convenio insistente. Miedo absoluto y real, los ojos del enviado infernal se clavan en tu carne, y reprueban tu indigente actitud. Tiemblan las naciones y se irritan los corazones, se escucha un susurro de genocidio, un acto de traición o perversión. El plan del mal es poderoso, y ejecutarán a quien no idolatre el mandato. Por eso sean fuertes, pues lloverá y azotará el temporal, y cuando llegue el macabro ciclo, ya todos renegarán, y seguirán al Demonio. Hierro y blasfemias, altares de homicidio, Un ritual de adoración malévola, un imperio final de mil años, Que ya ha comenzado.